En el complejo mundo de las controversias, la elección del método para resolver disputas puede tener implicaciones significativas en términos de tiempo y resultados. El proceso arbitral y el proceso judicial son dos vías distintas de resolución. En este artículo, exploraremos las ventajas de optar por un proceso arbitral en lugar de un proceso judicial, centrándonos especialmente en dos aspectos fundamentales: la duración del proceso y la designación de los jueces para la resolución de los casos.
Duración del Proceso
En la realidad judicial peruana, se observa una excesiva dilatación y congestión en el tiempo de espera para obtener una sentencia definitiva. En contraste, el tiempo de espera para un laudo arbitral es considerablemente menor.
Como mencionó Roger Rubio Guerrero, experto en arbitraje, en una entrevista: “un caso civil o comercial de importancia económica promedio puede demorar en resolverse alrededor de tres años; sin embargo, por la vía arbitral, puede demorar un promedio de doce meses, y si es sencillo, puede resolverse en la mitad de tiempo” (2013: p. 256). La duración de un arbitraje depende de la complejidad del caso y de la diligencia de las partes involucradas, así como del tiempo de respuesta de los árbitros.
Designación de los Jueces
A diferencia de los tribunales de justicia estatales, el arbitraje permite a las partes la libertad de elegir al árbitro único o a los árbitros (artículo 23 del Decreto Legislativo Nº 1071) especializados en la materia. Además, las partes pueden decidir la cantidad de árbitros que conformarán el tribunal arbitral (artículo 19). Esta facultad de elegir árbitros especializados contribuye a decisiones más fundamentadas y justas, consolidando la credibilidad del proceso.
Ventajas del Proceso Arbitral
Las ventajas del proceso arbitral resultan más satisfactorias para las partes involucradas. La menor duración de las disputas y la libre elección de jueces especializados generan un proceso más eficaz y favorable para la resolución del conflicto.
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